Entrada vigésimo tercera bis



¡¡AAAGH!!



fue el grito descarnado de mi compañero A.R.P. (que no HAARP) al recibir en sus carnes la intensidad de 90 mA, aplicados por un presunto descuido de M.P.T., que iba subindo por 50 y ya empezaba a sentir molestias sensitivas.

Se acompañó el asunto de una violenta incorporación y flexión de cadera.

A pesar del tema, procedimos después a reirnos de la situación, incluso el sufridor de los dolores. Ante eso, al profesor M., el del extraño rostro siempre melancólico y las piernecicas que no llegan al suelo, no le quedó sino decir, blanco del susto y ciego de ira:


PUES A MÍ NO ME HACE NI UNA MIAJICA DE GRACIA, HIJO DE PUTA


Pero, cosas de la vida, no lo dijo: se quedó sólo en la parte del no sé por qué os reís, yo no le veo ninguna gracia. Anda últimamente algo irritado por nuestras pollinas peripecias, y eso que es un tipo realmente entrañable. Aparte de esto, también se hicieron entre estos dos protagonistas del caso un par de pequeñas quemaduras al quitarse unos electrodos sin desconectar antes el aparataje o algo así, aunque igual de eso no se enteró. Entre estos eventos, que no solemos saber gran cosa cuando pregunta y que a un servidor se le corta la digestión y la irrigación sanguínea periférica en cuanto empieza a notar corrientes recorriéndole, es normal que temamos que acabe por cogernos manía.

Realmente desagradables, las corrientes. En el umbral sensitivo son asquerosillas -hormigueo, cosquilleo o pulsaciones-, pero ya cuando empiezan a contraerte musculatura, se me hace insoportable. A mí que me lo apliquen cuando esté en coma o cuando un latin king -o un mara de esos que ahora anuncian- me corte el plexo braquial -caso citado hoy por el Salmerón- y me sea menester alguna contracción pa que no se me quede el brazo afectado hecho un fideo con demasiada rapidez.

Iba a comentar también que casi se me lleva un brazo disecado los apuntes, pero, puesto que mi vida no ha corrido mucho peligro y no podría haber llegado demasiado lejos, lo reservo para alguna vez en que me apetezca narrar las orgiásticas y necrófilas aventuras formoladas que merced al imponente Quique y al Genio de la Lámpara verde que aparece al frotar las calaveras disfrutamos en las tenebrosas dependencias de la Sala de Disección.

Saludos cordiales.

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Planas qu'angunos fiajes me s'apetece 'esfisar