Entrada decimoséptima



Algo inhabitual en mí, actualizo dos días seguidos. Este hecho implicará seguramente que deba privar a este texto del brillo que Romerica, el fan número uno de mis humildes escritos, esperaría encontrar.

Principalmente actualizo, más que para enrollarme con chácharas y desvaríos, para publicar esta postal de la Plaza de Recreo de Fines, antaño Plaza del Generalísimo.
La postal la echaron probablemente no mucho más tarde de que un egregio alcalde reformara la plaza, poniendo rosales, bancos y plantuchas, y abriera esa bonita fuente iluminable. No se les ocurrió hacerla de mármol, pues seguramente los presupuestos de aquellos entónceres no lo permitían, pero tenía un encanto que pa qué.

De paso podemos ver a los vástagos del señor alcalde, que casualmente estaban por allí para la ocasión, y alguna gente más, algunos familia mía. Pero lo que más me llama la atención de la foto es la casa de mi agüela, que es la primera que se ve por la izquierda, y el resto de viviendas de la Calle Real.

La de mi agüela, que la hicieron nueva tras comprar mi bisabuelo un par de casas de ese centro del pueblo de Fines con lo que sacó por su cortijángano y su finca en la solana de la Sierra de María (que en mala hora vendió...), fue la primera en romper la armonía y belleza tradicional de las casas de la calle. Aunque coloridas, ahí todavía se pueden ver las casas tal como estaban de hacía a lo mejor cien años, la manera tradicional de construir práctica y adaptada al medio que antiguamente homogeneizaba y daba belleza al pueblo, que cabe señalar que también tenía una vega y un arbolado mucho mejor conservados (¡¡hasta había árboles al lao de la Iglesia, tengo pruebas!!).

La destrucción del entorno es tremenda, de haber hecho las cosas con un poco de criterio podría haber seguío siendo un pueblo bonico, como el Chiri en su casco antiguo, ya no tanto en las afueras. De las casas de la foto creo que ninguna está igual, todas han empeorado (bueno, menos la de mi abuela, que ahora es blanca y con un tejaíllo, que no podía empeorar mucho tampoco). El remate de to fue la sustitución de la fuente por una feísima que hace un ruido ensordecedor (del que mi madre se quejó, como también al cura de que tocaran las campanas demasiao temprano), y la destrucción de la plaza primitiva, después de muchos años de no encenderla hasta que llegó el Pogreso con Rodrigo.

Hoy me he levantao sordo de la oreja derecha y doliéndome ésta por clavarme demasiao hondo un tapón pa no oir los ronquíos. La otra hazaña importante ha sío terminar de leerme el librucho de la autoescuela y hacer una cuarta parte de los testes. A ver si puedo terminar con esa parte rápido, porque es chorra a rabiar.

Mañana a ver si parto al Almanzora.

Saludos cordiales.

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Planas qu'angunos fiajes me s'apetece 'esfisar